“El fundamento científico del socialismo reside, como se sabe, en los tres resultados principales del desarrollo capitalista. Primero, el caos creciente de la economía capitalista, que conduce inevitablemente a su ruina. Segundo, la socialización progresiva del proceso de producción, que crea los gérmenes del futuro orden social. Y tercero, la creciente organización y conciencia de la clase obrera, que constituye el factor activo en la revolución que se avecina”
Rosa Luxemburg.
“La causa obrera es la causa nacional, y la causa nacional es la causa obrera”
James Connolly
El socialismo es la única salida a la crisis sistémica y a la barbarie capitalista La actual crisis del modelo económico ha dejado patente, esta vez de un modo dramático, que el capitalismo no es la panacea del bienestar que nos proclamaban los ideólogos del actual sistema económico. El estado del bienestar, tal como lo concebían las democracias occidentales, que nació para contrarrestar los avances sociales que se producían en el bloque soviético, ha dejado de tener sentido. Por ello, en el siglo XXI sin contrapoder alguno frente al capitalismo, la clase dirigente ya no necesita continuar con la farsa del capitalismo humano y del bienestar para la clase trabajadora. Así pues, el desmontaje del estado del bienestar que comenzó hace unos años con las vacas gordas del capitalismo, donde todo valía, se vino materializando en numerosas privatizaciones de sectores públicos, en la aparición de pequeños empresarios, de autónomos, fruto del auge económico, así como de numerosas ETT´s que garantizaban un trabajo precario al que hoy ni siquiera se puede aspirar a él, etc, Proceso de desmantelamiento que se ve ahora agravado. El fin del llamado estado del bienestar es inminente. Frente a ello, la única alternativa es la construcción de una economía democrática, planificada y socialista, dirigida por y para las clases trabajadoras, y no por los mercados financieros. El capitalismo se ha construido como un sistema perfecto, y de hecho es el sistema idóneo para engrosar las arcas de las 147 empresas que controlan más del 40% de la riqueza mundial. Multinacionales imperialistas que esquilman la riqueza, los medios de vida y los numerosos recursos de los países del llamado tercer mundo, empobrecidos por la acción colonialista del norte capitalista. Esto ha producido que tres cuartas partes de la población mundial viva en umbrales de pobreza. El capitalismo, eso que se conoce como acumulación de capital, es causa de la miseria económica mundial de millones de personas, de numerosos atentados ecológicos, de vulneración de derechos humanos, y de las necesarias guerras imperialistas, alimento básico de un sistema que necesita la acumulación privada de capitales para no derrumbarse. Necesita construir sobre lo que él mismo destruye. Se ha mantenido durante años con la complacencia de estados y gobiernos títeres por un lado, mediante prebendas, concesiones y migajas a trabajadores y pueblos, y con el beneplácito de organizaciones políticas en muchos casos, responsables de la situación de dependencia actual de la clase trabajadora. Los actuales recortes sociales, en educación, cultura y sanidad, no son casualidad, son el resultado del fin del estado del bienestar, de la imposibilidad de mantener un sistema corrupto y especulativo fundamentado en el caos y el descontrol de la economía. Hoy, el capital ya no concede migajas, recorta derechos históricamente conquistados, hace retroceder en derechos políticos con la excusa de salvar la salud económica de la mayoría de la sociedad. Mientras los que nos han conducido a esta crisis escapan protegidos por los estados y gobiernos cómplices, las clases trabajadoras están sufriendo dramáticamente la crisis sistémica que el propio capital ha provocado. El capitalismo se encuentra en su fase imperialista en el momento actual, punto en que el único modo de mantenerlo con vida es ponerle parches que pueden durar algún ciclo histórico más. Esos parches se los ponen los estados democráticos burgueses que aliados con la patronal y los sindicatos burocratizados y transformados en instituciones al servicio de los propietarios se encargan de aplicar medidas intervencionistas en empresas privadas, se encargan de socializar las pérdidas, de socializar la crisis, mientras llevan años disfrutando a costa de las clases trabajadoras de la privatización de ganancias. El empeño en mantener con vida el sistema económico capitalista nace de los mismos que obtienen un pingüe beneficio de él, que nos han llevado a la actual y futura situación. Quieren solucionar la crisis con las mismas medidas que nos han conducido a ella. Más privatizaciones de servicios públicos, más recorte social, más despidos, más hipotecas impagables, más pobreza, más trabajo precario, más industria de guerra, más guerras imperialistas con el objetivo último de poder mantener sus privilegios clasistas, de poder seguir disfrutando del trabajo de los explotados. Mientras, su efectiva propaganda es capaz de hacer creer a una gran cantidad de asalariados que nuestro nivel material de vida, no sólo se va a mantener como en los años de bonanza económica, sino que disminuirá relativamente para aumentar considerablemente en pocos años si los trabajadores somos capaces de aceptar la crisis y “apretarnos el cinturón”. Esta afirmación que proviene del concepto cristiano de sacrificio y redención, está muy introducida en el imaginario colectivo del pueblo, que confía de forma mesiánica en que los profesionales de la política están haciendo lo posible por salvar al pueblo. Nadie nos va a salvar, Tienen que ser las propias clases trabajadoras la que se organicen. O las clases propietarias, o las clases desposeídas. El sistema económico de acumulación capitalista necesita las crisis para mantenerse. Las crisis son inherentes al sistema, y si no se producen, el sistema las crea para crecer más a la vez que el pueblo trabajador las sufre. Por lo tanto, desde Puyalón de Cuchas no podemos apostar por la reforma del sistema, que nos conduciría a otra crisis sistémica en pocos años, abogamos por su transformación radical. Podemos conseguir mediante la lucha matices de democracia obrera dentro de la democracia burguesa, pero nuestro objetivo no es reformar el sistema sino construir uno nuevo. Peleamos por reformas, sin caer en el reformismo, pues nuestro objetivo es la creación de una Red unitaria de organizaciones de clase que sea capaz de responder a los ataques del capital y plantear la alternativa socialista. Las reivindicaciones y conquistas cotidianas no nos tienen que frenar en nuestro avance hacia la transformación social. Luchamos por la construcción del socialismo, por la apropiación de la riqueza en manos del pueblo. Toda riqueza es generada por las clases obreras de los pueblos, y a ellas tiene que volver. Desde Puyalón apostamos por la conquista del poder político para las clases trabajadoras. No obstante creemos, y luchamos por medidas inmediatas como la creación de contrapoderes, por reformas indispensables, por experiencias de control y gestión obrera, de autogestión en municipios y empresas, por la okupación como modelo válido dentro del capitalismo, etc. Todo ello son medidas importantes pero insuficientes si el objetivo es iniciar un proceso de transformación social profunda. El único camino para que la riqueza retorne a los mismos que la producen es mediante la soberanía nacional de los pueblos oprimidos y subyugados a los estados. De ahí, la estrategia independentista que plantea Puyalón, para que el pueblo aragonés sea el dueño de su propio futuro. De lo contrario, sin soberanía y posesión de nuestros recursos y sistema productivo, el poder obrero y popular es una falacia. Hoy en el Estado Español existen cinco millones de personas en paro, más del 50% de le juventud se encuentra sin trabajo, un millo y medio de unidades familiares con todos sus miembros parados, trabajos precarios y sueldos de miseria para la juventud, las mujeres y los emigrantes, más de doscientos desahucios diarios de familias de clase trabajadora, etc. Esta situación de miseria desesperante es consecuencia del sistema capitalista, y por ello, no caben dudas, no lo queremos reformar, sino construir uno nuevo. En nuestro País, uno de los territorios del Estado Español con mayor índice de paro, un 17%, la burguesía sigue atacando a la clase trabajadora, robándole de sus impuestos y especulando con sus ilusiones. Siguen gobernando a martillazo, y decreto a las órdenes de la oligarquía estatal y de los caciques nacionales. Frente a ello la clase obrera aragonesa también se organiza. Se han creado asambleas populares en distintas zonas del país a raíz del movimiento de masas del 15-M, se han creado asambleas de barrio en la capital, y asambleas de trabajadores al margen de la burocracia sindical. El panorama está cambiando y puede otorgar oportunidades históricas a la clase trabajadora. Se están creando confluencias de clase entre organizaciones revolucionarias de las que Puyalón de Cuchas está siendo partícipe. En este contexto, y en este momento histórico, desde Puyalón de Cuchas, hacemos un llamamiento a la clase obrera aragonesa e internacional, a los pueblos expoliados, para organizarse ante los ataques de la burguesía imperialista y local. Llamamos a la organización para parar su barbarie, construir el socialismo que garantice la igualdad social y económica de todos los seres humanos. Proponemos un programa revolucionario de Reivindicaciones transitorias: