Para un partido republicano y socialista como es Puyalón de Cuchas, se trata de una efeméride clave para entender lo que somos y lo queremos ser. El futuro de Aragón como sujeto político está al vaivén de fuerzas centralistas y regionalistas, que sólo legitiman el régimen del 78, fiel heredero de aquella Nueva Planta. Cambian los protagonistas pero no los abusos y la corrupción, como el de Juan Carlos I y las comisiones irregulares que supuestamente cobró de Arabia Saudita.
No queremos un Estado propio para cambiar de bandera o de amo, desde Puyalón de Cuchas tenemos la convicción de que las funciones fundamentales de un estado democrático son, por un lado, asegurar la justa distribución de la riqueza para superar la sociedad de clases y por otro, hacer cuanto sea posible por facilitar la felicidad de sus gentes. Es decir, la máxima de redistribución y reconocimiento. No podemos esperar nada de un régimen corrupto, que gobierna y legisla para el capital. Ejercer la soberanía significa que el poder actúe según los intereses del pueblo, y en cierta manera, que el pueblo actúe como su propio gobierno.
La emergencia social sólo la entendemos en parámetros de clase y territoriales, construyendo desde modelos sostenibles, soberanos, feministas y libres. Recuperar las soberanías es la única salida digna para el Pueblo Aragonés. Se ha mostrado con contundencia con la crisis del COVID-19, con medidas erráticas desde el gobierno central, un ejecutivo autonómico titubeante y un plan de desescalada que no termina de asegurar el bienestar de la clase trabajadora.
Queremos conquistar un futuro mejor para nosotras y nuestros hijos, un futuro donde el poder no sea lejano ni interesado. Un futuro en el que las decisiones se tomen en nuestros pueblos y barrios. Un futuro que a corto plazo asegure unos mínimos de calidad de vida y en el medio plazo materialice la independencia, el socialismo y que acabe con el patriarcado. Todo lo demás, es una película que ya hemos vivido, desde 1707.
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