Vergonzoso y criminal. El espectáculo dado por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial sólo cabe en esos dos calificativos. A los que, en el caso de los gobernantes españoles, habría que añadirle servil y ridículo.
“Las urnas son peligrosas”, vocea una portavoz del gobierno de Madrid, aterrada hasta el punto de no poder ocultar que esos fantasmas que la acechan. Los fantasmas de la de la dignidad y la democracia. La democracia, expresada en su versión más pura y directa, a través del referéndum convocado por el gobierno de Tsipras. Un griego, un voto. Una griega, un voto. Parece algo que no debería dar miedo, en especial si se tiene en cuenta es que lo que se decide es el futuro de los y las griegas. Pero como el niño rico malcriado, la Unión Europea no consiente el más mínimo inconveniente sin una rabieta. Decenas de amenazas más o menos encubiertas planean sobre la voluntad de los griegos. Quienes no enrojecen de vergüenza al pretender dar lecciones de democracia en todo el globo, no consienten el más mínimo indicio de ella en su territorio. La dignidad, que ejemplifica, ilumina y vigoriza. La dignidad de un gobierno que no fue elegido para vender a su pueblo, y la dignidad de su pueblo apoyando y exigiendo a su gobierno en el cumplimiento de sus compromisos. La dignidad griega, que se extiende como una voz que grita cada vez más alto y a la que se le suman millones de voces en Europa y en el mundo.
Es momento de que el pueblo griego sea más inteligente, valiente y esté mejor organizado que nunca. Es el momento crítico en el que las trabajadoras griegas pueden, al fin, adueñarse de su destino y arrancar de las garras de los mercados los derechos que les son negados. Sin duda, no va a ser fácil. Enemigos de dentro y fuera de sus fronteras van a hacer lo imposible para seguir transformando dolor en dinero. Titubeos y miedos ensombrecerán sus miradas y enjambres de burócratas y arribistas tratarán de medrar aprovechando esta nueva vuelta de tuerca en la lucha de clases. Sólo la voluntad consciente y combativa de la población griega será capaz de mantener al gobierno en sus principios. Sólo la lucha en los pueblos, barrios y centros de trabajo puede asegurar que no se cederá al chantaje, que no se volverá a arrodillar el pueblo griego ante los deseos de un puñado de familias.
En nuestro país, sufrimos los mismos chantajes por parte de los mismos criminales. Son los mismos sonrosados rostros los que nos exigen el sufrimiento de los aragoneses. El paro, la miseria, los desahucios, la vergonzante falta de servicios en nuestros pueblos… Al servicio de sus santos beneficios. Pero la democracia y la dignidad también son contagiosas, Y en Aragón no somos ajenos a ello. Nosotras también queremos decidir nuestro futuro, queremos decidir cuáles son los términos de un contrato que no hemos firmado. Nosotras también queremos que nuestra voz se una a la de los griegos en un rotundo “no” que se sacuda los cimientos del poder, de Madrid a Bruselas. Hoy, y siempre, somos griegos. Porque hoy, y siempre, aragoneses y griegos compartimos chantajistas y chantajes, pero también dignidad y voluntad de democracia. Acude a las movilizaciones convocadas a lo largo del país en apoyo al pueblo trabajador griego.
Puyalón de Cuchas | Internacional
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