Origen: Castillo abadía de Montearagón. Quicena. Plana de Uesca.
Datación: Renacimiento. Circa 1550.
Descripción: Óleo sobre tabla. Atribuido al pintor italiano Tomás Peliguet. Cristo, acompañado por la Virgen y San Juan Bautista, contempla el pesaje de las almas por San Miguel arcángel. Quien lleva la balanza, coraza y la espada, como protector. El demonio trata de llevar hacia el infierno a las almas pecadoras. Mientras otras personas salen del purgatorio, paso expiatorio hacia el cielo.
Situación: La desamortización en 1843 supuso la ruina de Montearagón y la salida de sus mejores obras. Adquirida en 1879 por Pau Milà i Fontanals la dona al Museu Provincial d´Antiguitats de Barcelona, antecedente del Museo Nacional de Arte de Cataluña. No se muestra al público.
El castillo de Montearagón, en Quicena (Plana de Uesca), es uno de los monumentos más significativos de Aragón. Tanto por su valor histórico como por la calidad de sus obras artísticas. Fundado hacia 1085 por Sancho Ramírez como parte de la conquista de Uesca. La iglesia se consagró en 1099 y posteriormente se convirtió en uno de los monasterios aragoneses más importantes durante la Edad Media y la Edad Moderna. Siendo panteón real. Desgraciadamente la desamortización de Mendizábal propició su abandono en 1843, además sufrió un incendio provocado, en el que se perdieron varias obras, permitiéndose la diáspora de sus bienes artísticos más valiosos. Por ejemplo el retablo del Juicio Final, tras el incendio del anterior, encargado por Don Alonso de Aragón a Gil de Morlanes el Viejo, está en el Museo Diocesano de Uesca. Valentín Carderera nos dejó testimonio con sus dibujos de su esplendor pocos años antes de su abandono. Otro triste ejemplo de expolio privado con el beneplácito del gobierno central. Tras estos hechos, las ruinas del castillo volvieron a manos del Estado español.
Atribuido al pintor italiano Tomás Peliguet, con actividad en Aragón entre 1538 y 1579. Jusepe Martínez alabo su sentido de la perspectiva en la pintura. Se han conservado pocas obras suyas y trajo a Aragón la influencia de Rafael y Miguel Ángel. A la vez que se apoya en la imaginería aragonesa de la época.
Es una pintura que ha pasado desapercibida hasta el estudio iconográfico de Rodríguez Barral en La imagen de la justicia divina. La retribución del comportamiento humano en el más allá en el arte medieval de la Corona de Aragón, 2007. A su vez la describe Carmen Morte en el Catálogo de la exposición El esplendor del Renacimiento en Aragón, 2009.
Es un tema habitual en la zona de Levante y refleja los lugares a los que pueden ir las almas según la tradición cristiana. El cielo, gozar de Dios por toda la eternidad y la felicidad que depara. El infierno, donde eternamente después de morir las almas de los pecadores son torturadas, entendido como un estado de sufrimiento. En contraposición al cielo. El purgatorio, un estado transitorio de purificación y expiación de pecados veniales, antes de poder acceder al cielo. El limbo, donde esperan las almas de los muertos antes de la resurrección de Jesús y a su vez un estado permanente para los no bautizados que mueren a corta edad sin pecados, pero sin librarse del pecado original.
La Psicostasis, palabra griega que significa soplo, alma, aliento vital, lucha; o pesaje de las almas, tiene su origen en Egipto, con el Juicio de Osiris del Libro de los Muertos. Thot se identifica con Hermes o Mercurio y posteriormente el cristianismo lo asimilará a San Miguel Arcángel. Tema muy habitual en el Medievo.
El retablo es un óleo sobre tabla y de una sola calle, sin banco. Destacan la expresión y el colorido. En el ático está Cristo sobre un arco iris, signo de la alianza de Dios con la humanidad, flanqueado por la Virgen y San Juan Bautista. Debajo está la cruz, sostenida por dos ángeles, el símbolo del triunfo de Cristo, a los lados está la corte celestial de los santos y bienaventurados. Unas nubes separan este espacio celestial.
En el centro aparece el arcángel San Miguel, con su atributo de la balanza para pesar las almas, y de la espada y la armadura como protector y jefe del ejército divino. El psicopompo que guía las almas hacia el cielo o el infierno. Un ángel custodia a otra persona acompañándole. Mientras el demonio atrae para sí a las almas perdidas que van cayendo al infierno donde ya se ve padecer a los condenados. Los edificios en llamas del fondo aluden al fin del mundo. El purgatorio aparece al otro lado con una escalera por la que salen de él las almas que pueden acceder al cielo.
Actualmente se encuentran en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Como consecuencia del citado proceso desamortizatorio. Llegó por donación en 1879 de Pau Milà i Fontanals al Museu Provincial d’Antiguitats de Barcelona, antecedente del MNAC. En 2018 se reordenaron las colecciones del museo. Pero esta sigue sin mostrarse al público. Sería a estudiar, una petición de préstamo al Museo de Uesca, para que la obra pudiera ser visitada en un contexto más cercano a su significado histórico y patrimonial.