El pasado 30 de noviembre concluyó el II Foro Mundial de Derechos Humanos celebrado en Marrakech (Marruecos). Resulta paradójico que un foro de estas características se celebre en una país imperialista y enemigo de los derechos humanos fundamentales. El foro no es sino un lavado de cara del régimen alauita que cuenta, tanto en el pasado como en el presente, con una larga lista, constante y que aumenta cada día, de violación sistemática de los Derechos Humanos.
El foro, que reunió a más de 5000 personas de 93 países y fue inaugurado por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon fue la perfecta materialización de la sociedad del espectáculo. La política de circo, bombo y platillo de la ONU, Europa y EEUU. Fue la maniobra perversa para hablar de los derechos humanos en un estado que los ataca contantemente, que tiene su cárceles llenas de presos políticos saharauis, que no reconoce legalmente ni al pueblo ni a las organizaciones saharauis, que las reprime constantemente, al igual que a las organizaciones políticas de izquierda marroquies como Vía Democrática.
El foro fue rechazado por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), por la Liga Marroquí de Derechos Humanos, y por organizaciones internacionales como el MST, o personalidades como Adolfo Perz Esquivel.
Y mientras tanto, en un estado que viola contantemente los derechos humanos, Embarek Daudi, preso político y defensor de los derechos humanos se está muriendo en la cárcel de Sale, en Rabat. La misma cárcel en la que permanecesn 21 presos políticos saharauis del campamento de Gdeim Izik, con cadenas de entre 20 años y cadena perpetua, condenados sin ninguna garantía jurídica. Y mientras esto pasa, en este perverso capitalismo del espectáculo, presos como Mahmoud Elhaisa, Abdelkhalik Elmarkhi, Mohamed Babber, seguiran entre los muros de metal de las cárceles marroquies.
Poner fin a esta farsa delirante es trabajo de todas las organizaciones que trabajamos por unos Derechos Humanos reales, donde no quepa el imperialismo, ni las monarquías totalitarias, ni los pueblos sin estado, ni sus recursos robados.
Puyalón de Cuchas
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