El día de Aragón se ha ido institucionalizando y perdiendo su carácter popular y reivindicativo. Desde la izquierda soberanista repartimos esfuerzos entre este día y otros donde nos sentimos más cómodas, como el 29 de junio y sobre todo el 20 de diciembre. Lejos quedan los días efervescentes del autonomismo, con el histórico día de Aragón de 1978 y la lucha por la autonomía plena de los años 92 y 93. Hoy en día no se puede imaginar una movilización popular semejante. Sin embargo aquello nos acabó conduciendo al callejón sin salida que es el régimen del 78 y el estado español. Este nunca nos va a poner al nivel de las autonomías que fueron por la vía rápida del artículo 151, argucias de la UCD aragonesa nos metieron al pelotón de los torpes del artículo 143. Los mismos que emplean nuestra historia junto a la de Castilla como fundadores de España. Somos un peón secundario en su tablero y cada vez se agudiza más con el gravísimo problema de la despoblación.
Es por ello que pensamos que debemos de desbordar ese marco. Aragón no puede conformarse ni resignarse a ser un apéndice colonial. Necesitamos esa soberanía para controlar nuestros recursos y cómo queremos gobernarnos. Sin injerencias de intereses ajenos a los nuestros. Ni como ariete frente a otros territorios que legítimamente quieren ejercer su soberanía como Euskal Herria y Cataluña. Resulta paradójico ver el nivel de atención que nos dispensan en temas como Sijena, no por creer que tengamos razón y sea justo, sino por atacar al pueblo catalán. Mientras la hoja de reclamaciones al gobierno español y la deuda histórica siguen ahí año tras año idénticas.
El españolismo ha ido reduciendo nuestra identidad y costumbres a lo anecdótico. Y en el peor de los casos a hacer mofa a través del baturrismo. Nuestras lenguas, aragonés y catalán, siguen sin ser oficiales y con muy escasa presencia siquiera en los medios de comunicación públicos. También la represión franquista se cebó con saña en Aragón, con cientos de fosas comunes y miles de personas que esperan recibir dignidad. Se descabezó al movimiento obrero, a la cultura y al progreso social. A cambio de oscuridad, fanatismo religioso y brutalidad. El régimen del 78 ha seguido estos parámetros, la misma estructura social y económica que emana del golpe de estado del 36.
No podemos reducir nuestro día nacional a una serie de actos institucionales y entrega de medallas. No podemos ser palanganeros del poder central que nos condena al ostracismo. Debemos recuperar nuestra autoestima como pueblo. Abrir las puertas y ventanas y ser un pueblo abierto, alegre y solidario. Que se vea reflejado en la lucha del pueblo catalán por unas libertades que nos atañen a todas. Y que no es sólo la soberanía sino las libertades más básicas que se están viendo amenazadas por la maquinaria brutal del estado español.
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