PLEITO DEL VIRREY EXTRANJERO
En 1588, el rey Felipe II de Castilla (Felipe I en Aragón), nombra virrey de Aragón al castellano Íñigo López de Mendoza, marqués de Almenara. Los diputados aragoneses invocan los fueros por los que rechazan el nombramiento de un virrey extranjero y le obligan a volver a Madrid. El rey cede y nombra virrey al obispo de Teruel, Jaime Jimeno de Lobera. Sin embargo, el rey insiste en su derecho a nombrar un virrey castellano, con el que pretendía un mayor control de las instituciones aragonesas. Los aragoneses reclaman que este asunto se debata en Cortes. A este conflicto se le conoce como Pleito del Virrey Extranjero.
ALTERACIONES DE ZARAGOZA
En abril de 1590, Antonio Pérez, ex secretario del rey, al que se acusaba del asesinato de Escobedo (hombre de confianza de Juan de Austria) y de conspirar contra el soberano, escapa de la prisión y entra en Aragón, de donde procedía su familia. Aquí encuentra el apoyo y refugio de algunos nobles aragoneses. El rey no quiere que le juzguen tribunales aragoneses y decide que sea entregado al Tribunal de la Inquisión, para lo que le acusa de herejía. Antonio Pérez es trasladado al Palacio de la Aljafería, sede de la Inquisición, el 24 de mayo de 1591.
Cuando Antonio Pérez era llevado al Tribunal de la Inquisición, los zaragozanos asaltaron al grupo y mataron al marqués de Almenara, representante del rey, y a otros miembros de la Inquisición. Antonio Pérez es trasladado a la Cárcel de Manifestados, reclamando la intervención del Justicia Mayor de Aragón. Esta cárcel era la única de esa época en la que estaba prohibida la tortura a los presos. Mientras tanto, la Diputación del Reino le escribe al inquisidor alegando la falsedad de las pruebas presentadas contra Antonio Pérez y protestando por considerar que algunos testigos han sido sobornados.
Finalmente, tras las presiones reales, se decide la entrega de Antonio Pérez a la Inquisición, el 24 de septiembre. Al paso de la comitiva que se dirigía a la cárcel, un muchacho grita: “Viva la libertad” y es asesinado por un arcabucero. Los zaragozanos toman la cárcel de manifestados y ayudan a Antonio Pérez a escapar de Zaragoza. En los tumultos murieron más de 30 personas, dejando muchos más heridos.
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