La grave situación de preguerra civil que se está gestando en Ucrania a lo largo de las últimas semanas, puede parecer a simple vista un mero asunto de política interna o incluso todavía a estas alturas del desarrollo de los acontecimientos, habrá quien piense que la única injerencia extranjera habida hasta el momento ha sido la del presidente ruso Vladimir Putin. Esta corriente de opinión generalizada y simplista sobre la situación ucraniana resultaría hasta cierto punto comprensible si atendemos al silencio intencionado y premeditado de la Unión Europea, un silencio auspiciado por los medios de comunicación occidentales, que en su mayoría, salvo honrosas excepciones, aplaudieron y dieron cobertura informativa a las revueltas que facilitaron el golpe de estado y la posterior destitución de Viktor Yanukóvich.
Mientras que las revueltas englobadas en el llamado efecto Euromaidán enseguida impresionaron a los medios y a buena parte de la izquierda occidental, fue la izquierda internacionalista quien advirtió de que quienes estaban detrás de este golpe de estado no eran otros que la ultraderecha parlamentaria ucraniana Svoboda, los neonazis de Pravy Sektor y la Iglesia Ortodoxa. Las innegables evidencias de la presencia neofascista en el Maidán no parecieron apartar a la Unión Europea de su empeño por apoyar las revueltas, pues los intereses económicos priman en su política internacional y si más del 30% del gas que llega a Europa Central pasa por Ucrania, para una UE sin principios y sin más ética que la del capitalismo, apoyar el golpe de estado tenía un motivo totalmente justificado. Si tanto la Unión Europea, como Estados Unidos no dudaron desde un principio en apoyar las revueltas y el golpe de estado en Ucrania, todavía debería resultar menos extraño el rápido reconocimiento al gobierno constituido inmediatamente tras el golpe. Que el FMI prometiera al nuevo gobierno sucesivas inyecciones económica para ayudar al país, es la prueba más clara del refrendo del capital al gobierno ultraderechista de Kiev.
Sin embargo, la Europa del Capital, la que sólo sabe funcionar a golpe de talonario y de simplismo geoestratégico, se ha visto superada por los acontecimientos. En primer lugar, el gobierno ruso ha iniciado una réplica contundente en la zona, en defensa de sus intereses militares y económicos que está poniendo en jaque la hegemonía de las potencias occidentales en la geopolítica actual. Y en segundo lugar y con lo que desde luego no contaban los poderes imperialistas, es la respuesta de la población civil ucraniana, y con ello, no nos referimos simplemente a la población de Kiev, pues Ucrania es mucho más que su capital, sino a las zonas del país como Donetsk, donde el pueblo está plantando cara al gobierno fascista, formando grupos de resistencia que los medios de comunicación europeos se empeñan en llamar prorusos para ocultar su verdadera naturaleza: el antifascismo consciente.
Desde Puyalón de Cuchas queremos denunciar el vergonzoso papel que la Unión Europea ha ejercido como vocero del imperialismo en el desarrollo de la crisis política ucraniana y su apoyo a los fascistas del Euromaidán por puro interés económico. La hacemos responsable del terror y la violencia neonazi que recorre Ucrania, que ya ha asesinado a cientos de personas, desde el momento en el que junto con EEUU, decidió legitimar un golpe de estado, enarbolando la bandera más rancia y peligrosa del capitalismo, el fascismo.
Por último, las y los internacionalistas aragoneses que vemos con preocupación y perplejidad no sólo la situación política de Ucrania, sino el bloqueo y la manipulación mediática en occidente, creemos necesario recordar y clarificar ciertos conceptos políticos que permitan enfrentar el lenguaje de los medios. En primer lugar, las clases populares por definición son pueblo trabajador y clase obrera, y en su ADN esta ser de izquierdas. La izquierda lleva a cabo revueltas populares, no revueltas dirigidas por las oligarquías internacionales (FMI, UE y EEUU) o las oligarquías internas (Iglesia Ortodoxa, Ultraderecha o grupos neofascistas) y en segundo lugar, la izquierda no da golpes de estado, toma el poder. El golpe de estado es el medio utilizado por las élites para mantener su status quo, justo lo contrario que pretende la izquierda, cuyo objetivo mediante la toma de poder por la fuerza, es cambiar el estado para el beneficio del pueblo trabajador y de las clases populares. En el caso de Ucrania, la vuelta a la palestra política de -entre otros- la olígarca del gas y política condenada por corrupción Yulia Timoshenko, es un claro ejemplo del signo del Maidán.
Por ello, entendemos que frente a la actual situación política en Ucrania y frente al ascenso del fascismo como brazo armado de las viejas élites económicas, ni valen las medias tintas, ni existe otra posición de izquierdas que no sea la rotunda oposición al gobierno de Kiev y el apoyo incondicional a las milicias populares antifascistas.
Desde Aragón, solidaridad internacionalista con el pueblo ucraniano antifascista!
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