En la tarde de hoy, vecinos de Artieda y antiguos habitantes de Esco y Tiermas han realizado una protesta contra el macroproyecto urbanístico elaborado por el Ayuntamiento de Sigüés.
La protesta tenía como objetivo denunciar el macroproyecto urbanístico elaborado por el Ayuntamiento de Sigüés que ocupará y destruirá el casco histórico de Tiermas, pueblo que tras la construcción del pantano de Yesa fue expropiado y deshabitado.
Los vecinos de Artieda y los antiguos habitantes de Tiermas y Esco se han concentrado en la carretera N-240 a su paso por Tiermas, donde han portado pancartas en las que se podía leer, “Esco esta vivo”, “Ruesta no olvida”, “Ríos vivos Yesa NO” y “Tiermas es nuestro, devolución”.
Durante la tarde han entregado un comunicado denunciando la condena que supuso para los pueblos de Tiermas, Esco y Ruesta el pantano de Yesa y exigiendo que se anule de forma inmediata el proyecto de recrecimiento de Yesa, que se expropie Tiermas al Ayuntamiento de Sigüés y que se detengan las obras.
Desde Puyalón de Cuchas exigen a la Confederanción Hidrográfica del Ebro la paralización total del proyecto de recrecimiento del pantano de Yesa y su vaciado inmediato, de forma que se pueda garantizar la seguridad de los vecinos de las localidades cercanas al pantano. Añaden que, “es intolerable en esta situación de crisis económica como la actual se continúe aumentando el presupuesto de esta obra faraónica, siendo que existen alternativas más sostenibles, económicas, social y medioambientalmente.
El concejal de Puyalón de Cuchas en Artieda, Israel Orera, declara que, “nos oponemos al recrecimiento de Yesa y apostamos por un modelo de desarrollo sostenible, que respete las economías locales y los modelos históricos de vida de nuestro valles”.
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MANIFIESTO POR TIERMAS
En la mitad de la dictadura franquista y con la connivencia de ésta, la Confederación Hidrográfica del Ebro condenó a Tiermas, así como a Esco y Ruesta a un olvido impuesto desde fuera y amparado por el aún incuestionable pretexto del «interés general».
Hoy, más de 50 años después, la amenaza de recrecimiento del embalse de Yesa, sigue ahogando económica y socialmente nuestros pueblos.
Por si esto fuera poco, a la sombra de este faraónico e injustificado proyecto, pero siguiendo su misma lógica de desarrollo elitista e irrespetuoso con las formas tradicionales de vida, se han forjado otros de igual perjuicio para nuestras tierras.
El último de ellos ni viene impuesto desde fuera, ni responde a un supuesto «interés general». La realidad y la auténtica verdad es que ese proyecto ha sido elaborado por el ayuntamiento de Sigüés, y prevé la construcción de 250 apartamentos y un hotel-balneario, ambos integrados en un complejo urbanístico-vacacional que ocupará y destruirá el casco histórico de lo que fue en tiempos, un pueblo vivo y digno como Tiermas. Este atropello se basa en un modelo de turismo elitista que se ha demostrado ruinoso, tanto en el caso del balneario de Panticosa, como en el ahora cerrado hotel de lujo «Las Margas», en Sabiñánigo.
A todo lo anterior hay que añadir la forma tan bochornosa en que el término municipal de Tiermas ha pasado de unas manos a otras. Expropiado por la CHE bajo el amparo de una ley franquista y más tarde comprado por el ayuntamiento de Sigüés, lo realmente patético de este despropósito fue que se utilizaron para ello una subvención de la DPZ de casi 4 millones de pesetas. Desde entonces, el ayuntamiento de Sigüés y su máximo responsable, Daniel Salinas, nunca han mostrado el más mínimo interés por la conservación de su patrimonio. En su lugar, utiliza ahora para destruirlo los fondos de compensación al recrecimiento de Yesa, el mismo embalse que en su día despobló el lugar.
Los vecinos de Artieda y antiguos habitantes de Tiermas y Esco manifestamos nuestro firme rechazo a este pelotazo urbanístico disfrazado de «Plan de Protección», cuyas primeras consecuencias, como el desmantelamiento y destrucción del acceso histórico al pueblo, ya son más que evidentes.
Somos los antiguos y los nuevos habitantes de estas tierras, y como tales no sólo nos corresponde el derecho a utilizarlas, sino también el deber de protegerlas contra la especulación y el beneficio de unos pocos. Hemos sufrido durante mucho tiempo los efectos de ese «interés general» ajeno y no estamos dispuestos a hacerlo más.
Por todo lo expuesto con anterioridad, exigimos:
Es de justicia social y moral pedir lo que es nuestro
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