Me gustaría desentrañar los conceptos políticos que están operando tras las palabras de Juan Martín, actual Secretario General de Chunta Aragonesista, en las que esta semana afirmaba literalmente que «No soy partidario de concurrir en coalición a las europeas con partidos que apoyen opciones independentistas No es el camino».
Para comenzar y para que se me entienda creo que hay que hacer una aclaración política intuitiva que quizá no se tenga siempre en cuenta. Un partido socialdemócrata es un partido que se adapta a determinadas circunstancias o perspectivas sociales, que opta a representar sensibilidades con objeto de aumentar su presencia parlamentaria que es, finalmente, la única vía que reconoce para cualquier atisbo (reformista) de transformación social. Por el contrario entiendo que un partido revolucionario es aquel que trata de modificar las condiciones subjetivas de la población, esto es, crear conciencia no con ánimo de representarla en un parlamento sino con el de crear un movimiento popular que lleve a la verdadera transformación social.
Dicho esto, resulta imposible no preguntarse ¿Por qué ha dicho Juan Martín estas palabras públicamente? Sabiendo que se acercan elecciones ¿Por qué plantea el Secretario General cuál es su orientación con respecto a un planteamiento político concreto y no lo deja como un proceso interno como hace con la relación con el resto de líneas ideológicas? Parece sintomático que la dirección de Chunta se dé prisa por desvincularse de partidos o coaliciones independentistas pese a dos hechos fundamentales: que en europeas tradicionalmente ha coincidido con formaciones independentistas y que esta misma semana se reunió con EH Bildu para tratar este mismo tema. Sabemos que la política es cálculo, puro análisis de circunstancias; sin embargo no es lo mismo hacer cálculo político que cálculo electoral; y por desgracia la socialdemocracia acostumbra a hacer únicamente esto último. Así pues, hay que entender las palabras de Juan Martín sólo desde la perspectiva de la mejor resolución de un cálculo electoral realizado. Lo importante de esto son las conclusiones ideológico-contextuales que podemos obtener: si Chunta se desvincula públicamente y con tanta premura de posibles coaliciones independentistas es porque hacerlo le es electoralmente rentable. Pero para que a un partido de corte «nacionalista» el independentismo le cueste votos (no el suyo, el de sus socios) hace falta o bien que sus votantes no sean nacionalistas, o bien que el espacio político mismo de este partido haya sido puesto en cuestión.
Desde esta lógica podemos hacer un esfuerzo por comprender los presupuestos ideológicos codificados en este viraje político. En Aragón nunca ha sentado bien que Chunta Aragonesista se presentara con ERC (¡El gran enemigo catalán!) porque era independentista, pero era un riesgo electoralmente asumible en tanto que ERC no suponía un problema o conflicto prioritario para los posibles votantes de la CHA. Hace cinco años no había problema en presentarse con partidos independentistas, fueran catalanes o vascos (y ya sabemos quienes de estos últimos), porque la posibilidad de independencia se veía aún utópica. Sin embargo ahora, con toda la fuerza mediática del Estado atacando al que previsiblemente será el nuevo gran enemigo del Estado (ERC) y con una nueva situación política en Euskal Herría, tener una coalición con los independentistas supone un conflicto más serio. Lo que nos dice esto de la Chunta es que, en general, la masa de sus votantes no es ni por asomo nacionalista sino en todo caso regionalista, identitariamente españoles con un marcado acento regional-aragonés y de izquierda moderada pero, en definitiva, españoles. Esto conlleva una competencia profunda con el otro gran actor político de la izquierda aragonesa, IU, del que tradicionalmente han podido zafarse por su incapacidad manifiesta para un discurso regionalista. El votante medio de la Chunta hoy no entendería o incluso vería con malos ojos que ésta siguiera con sus alianzas tradicionales de las europeas puesto que el independentismo se ha convertido en el enemigo más profundo de todos. Y es que CHA no tiene ni la capacidad ni la intención de hacer pedagogía con la sociedad aragonesa (puesto que no busca cambiarla sino representarla) para enseñarles que, evidentemente, Bildu no es ETA y ERC no es el diablo que pintan en Madrid. Pero saben que si plantan la batalla en este campo su votante de izquierda regionalista va a acabar marchándose a una opción española más acorde con su ideología, esto es, una Izquierda Unida con exactamente el mismo proyecto político que ellos sólo que en lugar de usar una retórica nacional-regionalista lleva un discurso republicano-español. Chunta jamás podría salir bien parada a día de hoy de presentarse con ERC y Bildu porque sabe que la sociedad aragonesa es profundamente española y que su nacionalismo no es más que ficción folclórica. Así, en un periodo de constante crecimiento de la izquierda española, la eterna pregunta se hace cada vez más fuerte y todas las conciencias se interrogan ¿Qué sentido tiene la diferencia entre CHA e IU? Comparten objetivos e, incluso, sectores posibles de votantes y de representatividad. IU no va a virar hacia un discurso regionalista porque ahora le interesa rentabilizar los que se vayan de la debacle del PSOE, pero eso no evitará que la CHA pueda perder apoyos en favor de la izquierda española si mantuviera sus alianzas con un independentismo cada vez más radicalizado (y atacado). CHA sabe que lo nacional hoy no vende en Aragón porque el españolismo campa a sus anchas por nuestras calles, por eso su única posibilidad es resistir el temporal con el sector de izquierda regionalista y un leve izquierdismo que compita con el de IU. En este sentido su espacio internacional no es otro que Compromís en Valencia e Iniciativa en Cataluña, partidos no independentistas pero que suponen un foco ambiguo en el que pueden verse reflejados.Lo cual, por otra parte, no deja de ser paradójico en la medida en que Chunta, si quiere mantener a la poca base social que le queda, tiene que afirmar y llevar un doble juego. Un camino hacia posiciones españolizadas en su planteamiento político general y en sus relaciones internacionales; y, por la base, un camino retórico-estético que le asegure la adhesión sentimental del nacionalismo aragonés de calle. Así podemos entender sus contradicciones, entre lo que supone el pasar en cinco años de presentarte -por arriba- con independentistas, a no querer oír hablar de ellos; mientras hace cinco años en la calle estaban apaleando (literalmente) independentistas y hoy, que su cúpula repudia el independentismo, -por abajo- andan al juego de un viraje independentista. Puede que ya no se acuerde casi nadie pero hasta hace poco más de un año la CHA no usaba la estrelada en sus actos oficiales ni la sacaba en la calle; sin embargo ahora no sólo la saca sino que lleva a sus juventudes (Chobentú) a posiciones independentistas con objeto de mitigar la radicalidad que surge en sus márgenes en torno a la cuestión nacional. Un doble juego peligroso que puedes hacer tan sólo con un partido en el que la disidencia crítica hace tiempo desapareció del mapa, pero que sin embargo no es probable que esconda el eterno dilema de la propia existencia puesta en cuestión: ¿Cuándo se unificarán IU y CHA? ¿Cuánto mantendrán esta ficción pseudonacionalista? Ahora mismo ideológicamente Chunta existe tan sólo bajo una premisa funcional: «Hay que defender lo nuestro». Como el PSOE vive del voto útil o IU de las imágenes idealizadas del republicanismo. Así las cosas, queda claro que la Chunta no es ni siquiera lo que fue un día (en términos de lo que entonces se pensaba que podría llegar a ser) sino que se ha convertido en lo que nadie quería que fuese.
Guillén Gonzalez. Miembro del Comité Nacional de Puyalón de Cuchas.
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