“Pero hay hogueras que arden bajo la tierra, grietas de la memoria tan secas y profundas que ni siquiera el diluvio de la muerte bastaría tal vez para borrarlas.” Julio Llamazares (La lluvia amarilla)
Parece que no, pero ya han pasado casi 7 años desde que en aquel caluroso verano de 2005 un puñado de jóvenes aragonesas; sin experiencia en la realización de grandes eventos pero con una sobredosis de ilusión y ganas, comenzaran un ardua andadura y llena de obstáculos en la consecución de un objetivo claro: realizar un encuentro de jóvenes independentistas aragonesas.
La autoría de ese primer festival “Esfendemos a Tierra” corrió a cargo de Chobenalla Aragonesista; siendo ya en aquella época las “ex” juventudes de Chunta Aragonesista. Tan solo habían pasado 8 meses desde la expulsión y Chobenalla estaba dando ya el pistoletazo de salida a aquel “Artieda‘05” bajo el título “un lugar dinno, puesto de resistencia ta chobens que luitan”. En clara referencia al pueblo en el que se organizó aquel festival primigenio, Artieda d’Aragón.
Para ponernos en el contexto de aquel primer festival, debemos ser conscientes de cómo se encontraba Chobenalla Aragonesista, principal impulsor de aquel sarao. Y es que, la situación no era precisamente la mejor. Expulsados de CHA y defenestrados públicamente por los gerifaltes de dicho partido; la organización juvenil se encontraba sin un rumbo determinado y claramente tocada en lo emocional. Pese a aquello, Chobenalla arrancó de aquella situación uno de los mejores años de su historia (en cuanto a activismo se refiere), con la ejecución de varios proyectos importantísimos (como fue el tener sede y centro social propio) conjuntamente a la realización de aquel sueño que era la acampada de Artieda.
La idea no era baladí, dado que se había visto personalmente como en otros países, este tipo de campañas eran de vital importancia en el conjunto de la militancia juvenil; marcando en algunos casos la agenda estival de algunas organizaciones. Ejemplos los había claros, como lo son el Rebrot en los Països Catalans, el GazteTopagune en Euskal Herria o los actos realizados en Villalar de los Comuneros en Castilla.
La idea estaba encima de la mesa, ahora sólo faltaba adaptarla a la idiosincrasia aragonesa y elegir aquel sitio que proporcionara más facilidades de cara a los habitantes de la zona y a la propia organización. La respuesta fue rápida y contundente, Artieda d’Aragón.
Este municipio del prepirineo Aragonés era, y sigue siendo, un claro ejemplo de dignidad y resistencia. Dado que, al igual que hoy en día, se enfrentaba a una lucha titánica y dilatada en el tiempo como es la oposición al recrecimiento del pantano de Yesa. De realizarse tal faraónica obra, las tierras de este municipio se vería anegadas y sus gentes forzadas a emigrar a otras partes del País. Tal y como ocurrió en los años 60 con la construcción del actual pantano.
Como si de la aldea gala de Asterix y Obelix se tratara, este pequeño pueblo de la comarca de la Chacetania resistió y resiste las múltiples embestidas que el gobierno español realiza para forzar a sus habitantes a cejar en la lucha por la defensa de su pueblo y de su tierra. Dignidad era la palabra más utilizada al definir a estas gentes, mayores y jóvenes que sólo tenían clara una cosa, defender su tierra.
Y dignidad fue una de las palabras enel titular de aquella primera acampada de 2005. Militantes de Chobenalla de Artieda, junto con el resto de militantes del País y jóvenes afines a los postulados de Chobenalla organizaron, colaboraron y participaron en los múltiples actos realizados en aquel primitivo festival. Nada menos que 9 grupos, repartidos en dos días de conciertos, multitud de charlas, y un montón de actividades fueron los ingredientes de aquella primera experiencia. A la par, lo que conlleva en muchos casos esas “primeras veces” en cuanto a organización y planificación.
Aun con todo la experiencia fue positiva, dado que nunca antes se había organizado en Aragón una experiencia similar, con un contenido político claramente independentista y en defensa del territorio, totalmente autogestionada y al margen de cualquier partido político. Los ecos de aquella primera experiencia aún perduran en la mayoría de la militancia independentista actual de mediana edad.
Los objetivos que se perseguían por aquella época, y que actualmente son los motores en las actuales ediciones, estaban claramente marcados. Por un lado, y de puertas cara adentro, fomentar el compañerismo entre la militancia (de un País mal vertebrado y con una distancia muy grande entre los núcleos de militancia). Por otro lado, exponer de manera conjunta diferentes conflictos ambientales, culturales o sociales acaecidos tanto en nuestro País como en otras naciones oprimidas.
Ambos objetivos combinados proporcionaban el coctel perfecto para la militancia juvenil, formación y compromiso militante. Y es por ello por lo que actualmente se sigue realizando el encuentro en este formato.
Más tarde Chobenalla Aragonesista, por diversos motivos, dejo de lado el activismo “de puertas para fuera” para entrar a otro tipo de juego político en el plano de la base social con Chunta Aragonesista. A la par, diversos militantes de Chobenalla abandonaron la organización juvenil para pasar a militar en otros proyectos juveniles.
Pero no hay mal que 100 años dure, y esa división en la izquierda independentista dejo de estar presente para dar paso a un nuevo proyecto en el 2007; el Bloque Independentista de Cuchas (BIC)
Se concibió el BIC como la coordinadora de la izquierda independentista aragonesa (aglutinando y coordinando a todas y cada una de las organizaciones de la izquierda independentistas aragonesa) y paralelamente se retomó la organización del festival. Y es en el verano del 2009 cuando renace el evento, esta vez como acto final de una campaña anual denominada “Esfendemos a Tierra”; campaña que anualmente se sigue realizando.
Con la misma ilusión que en aquella primera edición de 2005, pero con la madurez política y organizativa que aportan los años de militancia, se retomó la planificación y realización del festival. Nuevamente grupos de música comprometidos del País, junto con otros tantos de fuera han conjugado las diferentes ediciones. Diversas actividades culturales y formativas conforman la programación de los tres días que dura en festival. Siendo imprescindible destacarla gran importancia formativa que poseen las actividades, concretamente las charlas en torno a los conflictos medioambientales y sociales. Siendo este escenario, un gran altavoz en el que se han podido escuchar las múltiples experiencias de dignidad y resistencia acaecidas en Artieda, Itoitz, en el Gaztexte de Iruña, en las Terres de l’Ebre, Mularroya, etc. Sin olvidar otras charlas relativas a la destrucción del pirineo, al papel de las mujeres en el medio rural, al TAV de Euskal Herria o al sindicalismo estudiantil en los Països Catalans con la extinta CEPC (actualmente SEPC).
Pero nada de esto es posible sin el titánico compromiso de la militancia de la izquierda independentista y de gente próxima a esta, dado que es fundamental e imprescindible el trabajo voluntario y comprometido que aportan en cada una de las estructuras de este festival. El compañerismo que emana del trabajo es el mejor barómetro a la hora observar el compromiso y el enorme grado de implicación que la militancia de las organizaciones del BIC tiene en la organización de todos los actos que se realizan a lo largo del año, y en especial en este.
Por otra parte, la enorme colaboración de la gente de Artieda, sin la cual, nada de esto sería posible. Ese concepto de dignidad dela que se hacía gala en la primera edición del festival, es el leitmotiv que lleva a la gente de este pequeño pueblo a sentir y compartir todo lo que tienen, a colaborar y participar en cada una de las actividades a lo largo de los tres días intensos de cada edición. Esa dignidad que esta gente posee, es sin duda la mayor razón para poder realizar este evento en tal marco incomparable.
Y así hemos llegado a la quinta edición del festival “Esfendemos a Tierra”, con las mismas ganas e ilusión de siempre, con la misma rasmia con la que un puñado de jóvenes hace 7 años decidió hacer palpable ese pequeño espacio liberado que poseían en sus mentes. Poniéndole nombre y apellido a esta zona del prepirineo donde la ilusión por cambiar las cosas radica en un sentimiento tan primitivo y humano como el de pertenencia a la tierra. El nombre y apellido de ese pequeño lugar liberado son fáciles de recordar pues esas dos palabras son sinónimo de dignidad; Artieda d’ Aragón.
Artieda No rebla. Esfendemos a Tierra.
Armando Ocón, militante de la izquierda independentista aragonesa
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